¿Qué nena no jugó alguna vez a ser reina? Con mis
hermanas solíamos jugar así. Un vestido largo, los tacones de mamá, un cetro
hecho de una regla y una corona inventada era todo lo que se necesitaba para
convertirse en monarca. Nos imaginábamos sentadas sobre un trono, gobernando
con justicia y (obvio) incomparable belleza.
Ahora, unos cuántos años después, tengo una pregunta. ¿Cómo
reina una mujer hoy? No me refiero a la reina de Inglaterra o de España. La verdad
es que ellas ya no reinan como antes lo hacían las reinas. Me refiero a una
realidad diferente. Soy hija del Rey. Por ende soy de la realeza. Considero que
mi zona de influencia (hogar, trabajo, ministerio u otra) componen mi reino. ¿Cómo
hago para reinar? Más importante ¿cómo puedo ser una excelente reina?
Betsabé llegó a ser reina bajo circunstancias difíciles. Ella
había sido llamada al palacio por el Rey David, quien la había deseado al ver
su belleza desde su tejado. Él la tomó y ella no estaba en condiciones de
negarle lo que quería. Era mujer de otro hombre, un buen hombre llamado Urías,
y todo indica que ella lo amaba; pero nadie podía negar al rey lo que ordenaba.
Así fue que ella encargó el hijo del Rey David, que éste trató de engañar a su
esposo para que pareciera que el bebé era de él, que como no funcionó esto
David le mandó matar y que ella, después del periodo de luto, se convirtió en
la esposa de David y reina de Israel. ¡Vaya circunstancias que pasó! Parece una
telenovela. Betsabé perdió a ese bebé pero luego tuvo otro hijo, llamado
Salomón, quien fue escogido por Dios para ser el sucesor de David.
Es ya hacia el final de la vida de David que encuentro
algo que responde a mi pregunta. David ya era anciano y habían traído a una
hermosa virgen para que le diera calor. La Biblia aclara que nunca tuvieron
relaciones. Un día Adonías, hijo de David, trató de usurpar el trono al
autoproclamarse rey. Entonces Betsabé va a la cámara de David. Ella sabe que él
no está al tanto de lo que está pasando y que Dios había ordenado que Salomón
fuera rey. Al entrar encuentra a su esposo con la jovencita. La verdad es que
ella sabía de este acuerdo. Betsabé ya no era una jovencita enamorada. Era una
mujer sabia y madura. Aún así no puedo evitar qué habrá significado para ella
verle así a su esposo. ¿Será que le dolió? ¿Qué habrá pensado al verlos así? No
lo sabemos porque ella no dijo nada. Con sensatez ella se inclinó ante él y le habló,
comenzando con “Mi Señor…”. Presentó al
rey la verdad. Le puso al tanto de todo con mucha seriedad y mansedumbre y
luego, cuando avisan que ha llegado el profeta Natán a hablar con David, ella se
retira.
¡Qué ejemplo de autodominio es esta mujer! Es en la
imagen de ella parada fuera de las cámaras del rey que descubro un ejemplo a
seguir. Ella no se desarma, aunque el futuro de su hijo, su nación y de ella
misma está en juego. No zapatea ni amenaza. Habiendo hablado con el rey no intentó
manipular la situación. No le hizo recordar de promesas hechas ni hizo uso de
su posición de reina y madre del futuro rey. Simplemente presentó la verdad
sabia y sencillamente y se retiró a esperar.
Lastimosamente debo decir que en mi vida he visto
demasiadas veces cuán hábiles somos las mujeres en el arte de la manipulación. Sabemos
lo que quiere el hombre y en milisegundos, a veces sin siquiera tener que
calcular, hacemos y decimos aquello que va a llevar la situación a nuestro
favor. Estamos al tanto de lo que nos corresponde y sin titubeos usamos
nuestras habilidades femeninas a la perfección. Si eso falla, las cosas se
pueden poner muy feas. Pregunto, ¿así es cómo actúa una reina?
Tantas veces he escuchado a mujeres casadas decir que a
su esposo no le contó algo o solo le contó parte o directamente le dijo otra
cosa que no sea la verdad. ¿Por qué? Porque se iba a enojar. O porque las cosas
iban a terminar de tal forma (los conocemos bien y sabemos cuál será su
decisión – o eso creemos). Las jovencitas a menudo hacen esto con sus padres. “Mamá
no va a entender” o “Papá si sabe me saca el teléfono”. A veces, en discusiones
con la gente nos hacemos de la víctima. “Vos me prometiste…” o “Vos nunca me
das el gusto”. En síntesis, manipulamos.
Betsabé actuó con madurez y prudencia. Se rindió ante el
rey, sin buscar lo suyo. Presentó su caso y se retiró. David escuchó al profeta
quien confirmó lo que Betsabé le acababa de contar y él tomó una decisión a
favor de Salomón. Pero ¿si no había sido así? No siempre salen las cosas como nosotras las querramos. La voluntad de Dios se hará. No necesita
de tu ayuda para que se cumpla. Betsabé tomó sus riesgos sin buscar forzar los
resultados. Se sometió y fue paciente. Confió en su Padre quién guió a David. Así
es como actúa una reina.
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