lunes, 27 de marzo de 2017

EL ABORTO Y YO II

Cuando somos niños nuestros padres son super héroes. Luego crecemos y comenzamos a discernir que son humanos. Vemos sus errores y nos atrevemos a decir que nunca seremos como ellos. Luego crecemos, maduramos y nos convertimos en padres - y los admiramos porque, estando por fin en sus zapatos, nos damos cuenta que ellos hicieron bastante bien un trabajo que a nosotros nos está costando.

No sé si esto ha sido tu experiencia pero confieso que ha sido la mía. Recuerdo un amanecer hace unos cuantos años cuando una vez más había pasado la noche sin dormir con mi primer bebé; y haber pensado en mi mamá, quien había criado y educado a cuatro hijos. Ya ni recordaba mis años de rebeldía y critica hacia mis padres. Sólo me llenaba una profunda admiración hacia ellos y en especial hacia ella. A la luz tenue del sol naciente me pregunté , "Cómo lo hiciste?".

Siempre fui una hija aplicada. La menor de cuatro, desde chica he tenido una afinidad con las palabras. Aprendí a leer a los cuatro años, no sé cómo. Al entrar en la escuela leía libros y escribía. Son pasiones mias. Siempre tuve buenas calificaciones y además siempre estuve involucrada en actividades deportivas y culturales. Mi tiempo estaba ocupada en cosas buenas y mis padres estaban orgullosos de mi.

Sin embargo una tarde sucedió algo que me afectó mucho e hizo que cambiara de actitud. Estaba sentada a la mesa de la cocina, escribiendo o haciendo la tarea, cuando entró mi mamá acompañada de una amiga suya. Les preparó un te y mientras lo hacía conversaban. Yo seguía concentrada en mi trabajo mientras con un oído atendía la conversación. En un momento escuché a mi madre, "No ves Laura. Ella es una campeona y no puedo imaginar la vida sin ella. Y pensar no más que traté de abortarla".

Yo ahora puedo entender que Mamá contó esta verdad como un testimonio. Habrán estado hablando de las decisiones de la vida o de como Dios bendice, y ella habrá querido ilustrar que a pesar de sus errores Dios es soberano y fiel. Sin embargo, mi corazon se estremeció. Ni una palabra dije ni me moví, pero en ese momento comencé una lucha que duró años.

Me convencí de que nadie me quería. Al final, ni mis propios padres me habían querido verdad? O por lo menos así deduje. Comencé a rebelarme a consecuencia de la tristeza que sentía. Llegué a tal punto de enojo y dolor que ya no medía el por qué estaba asi. Era algo que no podia controlar y mis padres no entendian por qué yo habia cambiado.

Años después recién pude conversar con mi mamá acerca del tema. Cuando le conté ella lloró. No hacia falta que me diera explicaciones. Para cuando eso yo ya entendía mucho más. Dios se habia encargado de corregir mi forma de pensar. Me había enseñado que soy hechura suya y que antes de la fundación del mundo Él ya me había pensado. Entendí que no soy un accidente y que, aunque mis padres en un momento de debilidad casi habían cometido un grave error, Él me había guardado.

Romanos 8:28 dice asi: Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos(NTV). A pesar de que fue duro para mí, obró para bien en mí. Tomé una postura en contra del aborto y a favor de la vida que años después iba a ser probada. Esa historia cuento en el siguiente capítulo.

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