domingo, 26 de marzo de 2017

EL ABORTO Y YO I

En este tiempo en el que hay tanto ruido acerca del aborto, me siento impulsada a compartir mi historia. Lo haré en tres partes porque son tres capítulos distintos. Es mi oración que lo que yo viví te sirva y te bendiga.

A mi madre le practicaron un aborto legal antes de nacer yo. En el primer trimestre del embarazo ella se enfermó de rubeola y los doctores le aseguraron que no había forma de que el bebé naciera sin malformaciones y retraso intelectual, y le aconsajeron abortarlo. Ella y Papá aceptaron porque no se sentían preparados en ningún sentido como para enfrentar semejante desafío.

Unos años después yo nací. Fui testigo durante toda mi vida de lo que es la secuela del aborto. Mil veces escuché a Mamá mencionar a ese bebé. De alguna forma ella supo que fue varón y sin sombra de duda, habló de él como si le conociera. Siempre expresó dolor y  profundo arrepentimiento cuando le mencionaba. Más de una vez escuché a ella decir que si tan sólo habia tenido más fe, si le habría depositado en las manos de Dios, todo iba a ser diferente. Varias veces le encontré llorando, y me explicaba que había estado pensando en mi hermano.

Una noche cuando yo era adolescente mayor, probablemente terminando la escuela secundaria, Mamá tuvo una experiencia a la madrugada que trajo paz a su corazón. Dios obra de manera misteriosa. Hace lo que Él sabe es apto para cada situación. Estoy segura que Él, buen Padre y fiel, vio la angustia de ella y permitió unos segundos que cambiaron todo.

Ella siempre se levantaba a la madrugada para ir al baño. Como todos dormíamos a esa hora, era su costumbre dejar la puerta del baño abierta. La noche en cuestión no fue una excepción. Se levantó y semi despierta llegó al baño.  Se sentó y unos segundos después división en el pasillo la forma de un hombre. Era alto y pelirrojo (como ella) de hombros anchos. Le daba la espalda. Cuando le vio, en su corazón supo quien era. Comenzaron a correr sus lágrimas y le dijo solamente "Eres tú ". Al hablar ella, él se dio lentamente la vuelta. Vio que tenía ojos claros (como mi papá). Sonrió y desapareció.

Estoy convencida que Dios permitió que Mamá tuviera ese encuentro para que su corazón de madre encontrara paz. Y así fue. Ella me contó que no pudo explicar cómo pero supo que él estaba bien y que quería que ella supiera eso. Mamá luchaba todos los días con la carga de haber matado a su bebé pero Dios la hizo ver qué bajo Su cuidado su hijo había crecido y estaba bien.

Muchas mujeres consideran al aborto como la solución a un problema. Sin embargo, no dimensionan las secuelas emocionales, psicológicas y físicas que deja. Dios nos dio una faceta única:la de ser dadoras de vida. Honestamente creemos que podemos ir en contra de quienes somos sin vivir las consecuencias?

Estoy tan agradecida con Dios por haber tratado con el dolor de mi madre. También estoy feliz porque sé que ella ahora está con Él, con Papá y con el hijo quien ahora por fin ve cara a cara.

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