miércoles, 29 de marzo de 2017

EL ABORTO Y YO III

Mi experiencia más cercana con el aborto sucedió en el año 1999. Ahora me doy cuenta que mis vivencias anteriores me habian preparado para este momento. Mi tercer hijo tenía meses cuando un día comencé a sentirme muy mal. No tenía fuerzas y no soportaba el cansancio. En un principio pensé que sólo era agotamiento físico pero a medida que pasaban las horas comencé a preocuparme. Para la noche apenas podía levantar la cabeza. A la madrugada fui al baño y me asusté al mirar en espejo. Tenía las glándulas del cuello muy inflamadas. Con una sola mirada supe. Tenía parotiditis, mejor conocido como papera.

Las siguientes semanas fueron terribles. Nunca había tenido papera y me tomó muy mal. Fiebre muy alta y tremenda inflamación acompañados por dolores de cabeza y cuerpo me dejaron casi moribunda. Luego comencé a vomitar y, sin poder ingerir nada, me deshidraté. Como resultado tuve una infección de riñón. A consecuencia de más de dos semanas en cama, la columna vertebral se me inflamó, quedé inmóvil y me dieron remedios fuertes para solucionarlo.

Luego de tres semanas en la cama comencé a sentirme mejor. De a poco recuperé las fuerzas y me levanté de nuevo. Me llamó la atención que no había menstruando pero supuse que era debido a la situación que había pasado. Era de esperar ¿o no?

Para resumir, descubrí que estaba embarazada de mi cuarto bebé. Los doctores me dijeron que sencillamente no había manera que saliera bien, considerando cada complicación que sufrí y los remedios fuertes que había tomado. Me aseguraron que ameritaba un aborto y hasta me insistieron en ello. Algunas personas cercanas a mi tomaron la misma postura, alegando que ya tenía un bebé en brazos, que no teníamos los medios necesarios para solventar una criatura con necesidades especiales y que mis otros hijos sufrirían a consecuencia.

Tengo que retroceder un poco para contar cómo supe que estaba embarazada. Antes de hacer el test y confirmar mi gravidez mientras oraba el Espíritu Santo me lo hizo saber. En la profundidad de mi corazón simplemente lo supe. Mi respuesta instantánea a Su voz fue, "Como venga le voy a amar".

Cuando me insistian que abortara a mi hija, yo me aferré a Dios. No fue un tiempo fácil pero Él  me ayudó. Me tuve que plantar y defender a ella aún antes de que naciera.

Hay mujeres quienes hoy dicen que tienen el derecho de escoger si abortar o no porque estamos hablando de su cuerpo. Esto es mentira. Un feto es un cuerpo dentro del nuestro. Tenemos el privilegio de darle un espacio para desarrollarse pero es un individuo. Por eso tenemos náuseas al inicio del embarazo - nuestro cuerpo identifica un cuerpo extraño y reacciona a consecuencia. Es por eso que el niño o la niña le puede parecer a la madre pero no es su clon - porque es un individuo.

Felizmente di a luz a una hermosa y sana niña. Ella fue mi bebé más grande y más fuerte. Nuestra familia sería incompleta sin ella. Su sentido de humor, su amor incondicional, su cariño y su inteligencia son cosas que la hacen irremplazable. Hay un lugar en este mundo que Dios preparó sólo para ella y si no estuviera, nada sería igual.

Me han preguntado otras mujeres cómo pude resistir a la presión y al temor de que podría nacer con serios problemas. En parte, la historia de mi mamá me ayudó a saber que el aborto destruye la vida del hijo y de la madre, y eso no quería; pero por sobre todo la Palabra de Dios me mostró la verdad:

Tú creaste las delicadas partes internas
de mi cuerpo y me entretejiste
en el vientre de mi madre.
¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo!
Tu fino trabajo es maravilloso,
lo sé muy bien.
Tú me observabas mientras
iba cobrando forma en secreto,
mientras se entretejían mis partes
en la oscuridad de la matriz.
Me viste antes de que naciera.
Cada día de mi vida estaba
registrado en tu libro.
Cada momento fue diseñado
antes de que un solo día pasara.
Salmos 139:13‭-‬16

lunes, 27 de marzo de 2017

EL ABORTO Y YO II

Cuando somos niños nuestros padres son super héroes. Luego crecemos y comenzamos a discernir que son humanos. Vemos sus errores y nos atrevemos a decir que nunca seremos como ellos. Luego crecemos, maduramos y nos convertimos en padres - y los admiramos porque, estando por fin en sus zapatos, nos damos cuenta que ellos hicieron bastante bien un trabajo que a nosotros nos está costando.

No sé si esto ha sido tu experiencia pero confieso que ha sido la mía. Recuerdo un amanecer hace unos cuantos años cuando una vez más había pasado la noche sin dormir con mi primer bebé; y haber pensado en mi mamá, quien había criado y educado a cuatro hijos. Ya ni recordaba mis años de rebeldía y critica hacia mis padres. Sólo me llenaba una profunda admiración hacia ellos y en especial hacia ella. A la luz tenue del sol naciente me pregunté , "Cómo lo hiciste?".

Siempre fui una hija aplicada. La menor de cuatro, desde chica he tenido una afinidad con las palabras. Aprendí a leer a los cuatro años, no sé cómo. Al entrar en la escuela leía libros y escribía. Son pasiones mias. Siempre tuve buenas calificaciones y además siempre estuve involucrada en actividades deportivas y culturales. Mi tiempo estaba ocupada en cosas buenas y mis padres estaban orgullosos de mi.

Sin embargo una tarde sucedió algo que me afectó mucho e hizo que cambiara de actitud. Estaba sentada a la mesa de la cocina, escribiendo o haciendo la tarea, cuando entró mi mamá acompañada de una amiga suya. Les preparó un te y mientras lo hacía conversaban. Yo seguía concentrada en mi trabajo mientras con un oído atendía la conversación. En un momento escuché a mi madre, "No ves Laura. Ella es una campeona y no puedo imaginar la vida sin ella. Y pensar no más que traté de abortarla".

Yo ahora puedo entender que Mamá contó esta verdad como un testimonio. Habrán estado hablando de las decisiones de la vida o de como Dios bendice, y ella habrá querido ilustrar que a pesar de sus errores Dios es soberano y fiel. Sin embargo, mi corazon se estremeció. Ni una palabra dije ni me moví, pero en ese momento comencé una lucha que duró años.

Me convencí de que nadie me quería. Al final, ni mis propios padres me habían querido verdad? O por lo menos así deduje. Comencé a rebelarme a consecuencia de la tristeza que sentía. Llegué a tal punto de enojo y dolor que ya no medía el por qué estaba asi. Era algo que no podia controlar y mis padres no entendian por qué yo habia cambiado.

Años después recién pude conversar con mi mamá acerca del tema. Cuando le conté ella lloró. No hacia falta que me diera explicaciones. Para cuando eso yo ya entendía mucho más. Dios se habia encargado de corregir mi forma de pensar. Me había enseñado que soy hechura suya y que antes de la fundación del mundo Él ya me había pensado. Entendí que no soy un accidente y que, aunque mis padres en un momento de debilidad casi habían cometido un grave error, Él me había guardado.

Romanos 8:28 dice asi: Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos(NTV). A pesar de que fue duro para mí, obró para bien en mí. Tomé una postura en contra del aborto y a favor de la vida que años después iba a ser probada. Esa historia cuento en el siguiente capítulo.

domingo, 26 de marzo de 2017

EL ABORTO Y YO I

En este tiempo en el que hay tanto ruido acerca del aborto, me siento impulsada a compartir mi historia. Lo haré en tres partes porque son tres capítulos distintos. Es mi oración que lo que yo viví te sirva y te bendiga.

A mi madre le practicaron un aborto legal antes de nacer yo. En el primer trimestre del embarazo ella se enfermó de rubeola y los doctores le aseguraron que no había forma de que el bebé naciera sin malformaciones y retraso intelectual, y le aconsajeron abortarlo. Ella y Papá aceptaron porque no se sentían preparados en ningún sentido como para enfrentar semejante desafío.

Unos años después yo nací. Fui testigo durante toda mi vida de lo que es la secuela del aborto. Mil veces escuché a Mamá mencionar a ese bebé. De alguna forma ella supo que fue varón y sin sombra de duda, habló de él como si le conociera. Siempre expresó dolor y  profundo arrepentimiento cuando le mencionaba. Más de una vez escuché a ella decir que si tan sólo habia tenido más fe, si le habría depositado en las manos de Dios, todo iba a ser diferente. Varias veces le encontré llorando, y me explicaba que había estado pensando en mi hermano.

Una noche cuando yo era adolescente mayor, probablemente terminando la escuela secundaria, Mamá tuvo una experiencia a la madrugada que trajo paz a su corazón. Dios obra de manera misteriosa. Hace lo que Él sabe es apto para cada situación. Estoy segura que Él, buen Padre y fiel, vio la angustia de ella y permitió unos segundos que cambiaron todo.

Ella siempre se levantaba a la madrugada para ir al baño. Como todos dormíamos a esa hora, era su costumbre dejar la puerta del baño abierta. La noche en cuestión no fue una excepción. Se levantó y semi despierta llegó al baño.  Se sentó y unos segundos después división en el pasillo la forma de un hombre. Era alto y pelirrojo (como ella) de hombros anchos. Le daba la espalda. Cuando le vio, en su corazón supo quien era. Comenzaron a correr sus lágrimas y le dijo solamente "Eres tú ". Al hablar ella, él se dio lentamente la vuelta. Vio que tenía ojos claros (como mi papá). Sonrió y desapareció.

Estoy convencida que Dios permitió que Mamá tuviera ese encuentro para que su corazón de madre encontrara paz. Y así fue. Ella me contó que no pudo explicar cómo pero supo que él estaba bien y que quería que ella supiera eso. Mamá luchaba todos los días con la carga de haber matado a su bebé pero Dios la hizo ver qué bajo Su cuidado su hijo había crecido y estaba bien.

Muchas mujeres consideran al aborto como la solución a un problema. Sin embargo, no dimensionan las secuelas emocionales, psicológicas y físicas que deja. Dios nos dio una faceta única:la de ser dadoras de vida. Honestamente creemos que podemos ir en contra de quienes somos sin vivir las consecuencias?

Estoy tan agradecida con Dios por haber tratado con el dolor de mi madre. También estoy feliz porque sé que ella ahora está con Él, con Papá y con el hijo quien ahora por fin ve cara a cara.

martes, 10 de enero de 2017

ANHELADA LIBERTAD

La Biblia es la Palabra de Dios. Es Su manual para la humanidad. Es vida y es sabiduría. No tiene límites. No importa cuánto tiempo pases estudiándola siempre Dios te hablará a través de ella y sin falta descubrirás nuevos tesoros en ella.

Pueden surgir problemas al estudiar la Biblia si tomamos todo de forma literal o si nos agarramos de uno o dos versículos sin considerar el contexto. Y esto lastimosamente ha sucedido a menudo,  en especial en cuanto a las mujeres.

Uno de los textos bíblicos más controversiales acerca de las mujeres se encuentra en 1 Corintios 14:34‭-‬35: "vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación."

Tengo que confesar que la primera vez que leí este texto me sentí profundamente herida. Las mujeres sabemos lo que es ser oprimidas, y esto no lo estoy diciendo desde una perspectiva feminista. Desde que eramos niñas hemos oído palabras denigrantes; muchos nos trataron solamente como objetos; y vivimos el rechazo de nuestra persona solo por ser mujer, a pesar de ser muy capaces.

La opresión de la mujer no es algo nuevo. Desde el Jardín del Eden el enemigo trata de eliminarnos y a través de los siglos las mujeres hemos sufrido horrendos ataques a nuestra persona,  en todas las culturas,  lugares y grupos sociales.

Fue por eso que cuando leí el texto mencionado me sentí tan golpeada. ¿Acaso el Apóstol Pablo era solo otro opresor? ¿Cómo podía mi Padre apoyar algo así? ¿Si él decia que nosotras nos callaramos,  entonces por qué tengo un llamado a predicar la Palabra, como muchas más? Lo único que pude hacer fue confesarle a Dios cuán molesta me sentía y pedirle que me ayudara a entender.

Y Él lo hizo.  He descubierto algunas cosas acerca de ese pasaje que me han traído paz y quiero compartirlas contigo.

Primeramente,  Pablo escribía a la iglesia en Corinto. Tenía problemas específicos y él dirige varias cartas a ellos,  enseñándoles y exhortándoles a corregir su camino. Entre diferentes temas tratados están la inmoralidad sexual,  el trato entre marido y mujer y,  sí,  las mujeres en la congregación.

En Corinto había un problema real: el desórden. Existían maestros falsos quienes enseñaban mentira y distorsionaban la Palabra. En el caso del texto mencionado,  cierto desórden  provenía de mujeres quienes en las reuniones en el templo estaban haciendo preguntas en voz alta y fuera del tiempo correcta. Para entender esto,  hay que analizar lo que había pasado.

En la época,  las mujeres eran muy oprimidas. No solo no tenían derecho de hablar ¡sino que ningún derecho tenían! Ni siquiera recibían educación alguna. Se consideraba que educar a una mujer era una pérdida de tiempo. Durante siglos,  inclusive milenios,  había sido así.

Y entonces llegó Jesús. De muchas maneras Él demostró ser la Persona más justa de todos. Nunca apartó ni maltrató a las mujeres y las dió lugar en Su ministerio,  sin ninguna discriminación. Él murió,  resucitó y ascendió; y nació la iglesia. La iglesia no es Jesús. Está compuesta por personas y, aunque es divina y gloriosa,  siempre está propensa al error - como la iglesia en Corinto.

A pesar de sus posibles errores, la iglesia era un lugar donde las mujeres encontraban lo que tanto anhelaban. Podían aprender,  participar y crecer; pero la anhelada libertad quizás haya sido difícil de manejar. Ellas lanzaban preguntas a los hombres,  no con intenciones de cuestionar sino con hambre de saber más. Era como un manantial que había estado tapado durante mucho tiempo y una vez destapado,  era dificil de contener.

Pero hay más.

Pablo menciona una ley. ¿De qué ley estaba hablando?  La Ley dada por Dios no hace mención alguna de este tipo de restricción. Las Escrituras nunca habían prohibido a la mujer hablar. Es más,  el Antiguo Testamento da varios ejemplos de mujeres líderes,  juezas y profetizas. Servían al Señor y con toda autoridad.

¿Por qué mandaría a las mujeres hablar con sus esposos en la casa de asuntos espirituales, siendo que muchos de ellos estaban aprendiendo recién acerca de Dios y Su Palabra? No olvidemos que la iglesia en Corinto era relativamente nueva.

Pablo había ordenado a mujeres como Febe y Junias como apóstoles. No tiene sentido que ahora diga que es indecoroso que una mujer hable en la congregación.

La escritura griega no tiene comillas,  como en el español. Se ubica al final de la cita un símbolo como la de la imagen.  Resultase que en el original,  los versículos 34 y 35 tienen al final este símbolo. Indica que no fue él quien escribió esas palabras,  sino que él citaba a otro. Siendo así ¿a quién citaba? 

En 1 Corintios 7:1 Pablo dice: "Ahora, en cuanto a las preguntas que me hicieron en su carta... ". El apóstol los citaba a los líderes quienes le habían escrito,  contándole de sus problemas. El tono machista no era de Pablo,  sino de los hombres corintios.

La iglesia en Corinto,  como otras,  estaba siendo dirigida por hombres con un trasfondo judío. Lastimosamente, esa corriente estaba haciendo mucho daño a una iglesia naciente. El mismo sentir religioso de los fariseos que buscó sin descansar matar al Mesías estaba corrompiendo el mismo organismo que debía transformar al mundo con Su poder.

Los religiosos siglos antes habían "ampliado" la Ley hasta crear un sistema que condenaba al ser humano,  lo cuál nunca fue el propósito de Dios. Esa Ley era imposible de cumplir e incluía cosas ridiculas acerca de las mujeres como:
- el ciclo menstrual de la mujer es una maldición sobre las mujeres (no tomaron en cuenta que gracias a ese ciclo ellos pudieron nacer).
- una mujer debe siempre cubrir la cabeza porque es objeto de vergüenza.
- si una mujer no acepta el control de su esposo él debe divorciarse de ella.
- una mujer no puede encender la lámpara del Sabbath porque por culpa de ella Adán encontró la muerte.

Este tipo de regla nunca nació de Dios. Solo los religiosos,  quienes no conocen al Dios Padre de hombres y mujeres, pueden apoyar algo así.

Pablo citó la tradición religiosa machista en los versículos 34 y 35; y responde a partir del 36 diciendo: "Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden."

El apóstol los llamó la atención. Basicamente les dijo,  "No entienden la Palabra. No conocen el corazón de Dios. No es como ustedes creen sino como yo,  maestro enviado por Él,  les estoy enseñando." Sus palabras aclaran que nadie tiene por qué impedir a otra persona el hablar,  el participar,  el crecer; pero que todo se haga de forma ordenada.

Todo esto me lleva de vuelta a mi Padre. Él no discrimina ni oprime. Él levanta,  alienta y promociona. Es Él Quien llama y no hace distinción de género. Busca un corazón entregado y una voluntad predispuesta.

Para terminar,  te quiero desafiar,  mujer. Escudriña la Palabra de Dios. No te quedes con lo que las personas te puedan decir,  sino busca al Autor de tu vida. Él te va a enseñar y si te entregas a Él nadie,  ni hombre ni mujer,  ni costumbres,  ni tradiciones ni religión podrán impedir el cumplimiento de lo que Él diseñó para ti.

lunes, 30 de noviembre de 2015

A FAVOR DE LO ETERNO




            Un discípulo traidor. ¡Qué terrible el haberse ganado esa reputación! Sin embargo, así lo conocemos a Judas; así lo consideramos. Nos parece condenable que él podría haber pasado tanto tiempo con Jesús, haber visto todo lo que hizo y haber escuchado todo lo que dijo y aún así entregarlo a la muerte. Quiero analizar este personaje porque estoy convencida de que hay más para aprender de él de lo que imaginamos.

            Judas fue el único de los doce discípulos quien no venía de Galilea. No era un hombre cualquiera. Es por eso que Jesús le escogió para ser Su discípulo y ellos lo escogieron para ser el administrador de los fondos del grupo. Tenía talento y potencial. Me pregunto si al llamar a Judas, Jesús ya sabía qué haría este al final.

            Qué triste es el haber tenido la oportunidad de pararse frente a Cristo y no verle de verdad. Judas tuvo la compañía del Maestro durante por lo menos tres años, y aún así no comprendió con el corazón qué significa “Mesías”. Tantas personas están en la misma situación – tienen a Jesús “en frente” y no le ven. Puede ser a través de la Palabra, la iglesia o alguien quien le habla o le testifica con su vida de Él. Sin embargo aunque pase mucho tiempo, no le ven a Jesús por quien realmente es: su Salvador.

            Somos muy rápidos en juzgarle a Judas. Nos resulta impensable lo que hizo y tomamos la postura “Yo no habría hecho eso”. Sin embargo, no somos tan diferentes a él. Fue susceptible y en gran manera víctima del gran engañador Satanás, quien miente y manipula. Estoy convencida de que Judas creía que hacía bien cuando aceptó las treinta monedas y besó a Jesús en la mejilla. Podrías preguntarme, “¿Qué Laura? ¿Cómo puede uno pensar que está haciendo bien cuando se trata de entregar a Cristo para que sea crucificado?” Voy a explicar.
Creo con todo mi corazón que él no dimensionó lo que hacía. Es más, como él no comprendió la magnitud de la situación él solo vio lo inmediato, lo que Israel necesitaba: un libertador del Imperio Romano. Sus ojos estaban fijos en la vida terrenal. Si tan solo habría levantado la vista, habría visto a un Rey eterno, quien trae libertad de la muerte eterna.

            Judas recibió treinta monedas de plata por entregar a  Jesús. ¿Fue eso lo que él quería? ¿Fueron esas monedas su motivación? Yo creo que no. Sospecho que su intención fue forzar la mano de Dios a tomar acción en contra de los romanos. Sabía que en el escenario del arresto, Jesús, quien tenía todo el poder a su disposición (no olvidemos que Judas había sido testigo ocular de los milagros de Jesús), se encontraría cara a cara con las fuerzas militares y gobernantes romanos. Creyó él de que el Mesías haría algo. ¿Por qué creyó eso? Lo creyó porque solo veía lo terrenal. Lo creyó porque el motivo de su propio corazón era la revolución terrenal. Su corazón estaba tan abocado en lo pasajero que ni se imaginó que había algo mucho mayor que ganar. Es que a veces estamos tan seguros de lo que debería pasar que pensamos que seguramente Dios hará lo que queremos.

            Judas fue víctima en el sentido de que fue usado por el enemigo para lograr el arresto y a consecuencia la muerte de Jesús. Fue un peón del enemigo. Él pensaba que iba a conseguir una cosa, cuando en realidad estaba siendo usado para hacer lo más vil de toda la historia.

            Esto explica la reacción de Judas en Mateo 27. “Cuando vio lo que había pasado…” ¿Puedes imaginar cómo se habrá sentido este hombre? De repente el velo se levanta de sus ojos. Se da cuenta que no sucedió lo que a él le pareció lógico; que el Maestro, su líder y ejemplo, no había hecho lo que él había calculado; y que Él había sido condenado a morir. ¡Qué terrible revelación! El Hijo de Dios ha sido condenado a muerte y fui yo quien ayudó a que sucediera.

            Entonces lleva las treinta monedas y las quiere devolver a los líderes judíos. “He pecado,” les dice. “He traicionado a un hombre inocente.” Comprendió y confesó. Esto es más de lo que muchos hacen. Tantas personas pecan y esconden su error. Creen que pueden hacer lo que se le da la gana y engañar a la gente. Judas confiesa su error. Reconoce que ha fallado. Cuánto dolor habrá sentido al darse cuenta que el Todopoderoso Hijo de Dios iba a la cruz y que él había sido instrumental en ponerlo ahí.

            ¡La respuesta de ellos habrá sido como un balde de agua helada! “Eso es tu problema.” ¿Será que en ese instante entendió lo que realmente había pasado? No puedo imaginar cómo se habrá sentido. Lo que hace a continuación demuestra su desesperación. Tira las monedas al piso del templo, sale corriendo y se ahorca en un campo.

            A medida que vengo escrudiñando esta historia tengo que confesar que me conmueve y me confronta. Durante tantos años he visto a Judas como el hombre malo, el peor de los peores, merecedor de esa muerte solitaria. Sin embargo, veo ahora que no soy mejor que él. Verás, él no fue el único quien contribuyó a que Jesús estuviera en esa cruz. Yo tuve mucho que ver también.

            Puedo imaginar a Satanás bailando alrededor de Judas mientras extiende la mano para recibir esas pocas monedas. Quizás se reía mientras decía, “¡Este tonto! Cree que va a conseguir lo que él quiere, cuando realmente van a hacer lo que YO quiero.” El enemigo pensó que la victoria era  suya y que Judas le había ayudado en llevar a Cristo a la muerte. Sabemos que nuestro Amado murió, pero no quedó allí. Él resucitó y es por siempre Victorioso.

            De la misma manera en que Satanás lo usó a Judas (quien, por cierto, se dejó usar porque nadie le obligó a hacerlo) él nos quiere engañar cada día. A menudo solo vemos lo de hoy y queremos dictarle a Dios lo que debe hacer, cuando el Señor nos está diciendo, “No es lo que tú quieres, sino lo que Yo sé es mejor. Solo ves el ahora, pero Yo estoy obrando a favor de la eternidad.”

            Este mundo está lleno de “Judases”: personas quienes, aunque tienen a Jesús en frente, no le ven. Quizás haya algunos en tu familia. Sé que los hay en la mía. Clamemos por ellos. Seamos evangelios andantes de Cristo – no porque vivimos citando las Escrituras, sino porque la manera en la que vivimos grita del amor de Dios.


            No podemos manipular a Dios; y debemos tener mucho cuidado de querer hacerlo ya que, al igual que este discípulo, podríamos terminar siendo manipulados. El Señor sabe lo que hace. Nunca falló en Sus propósitos. Sin importar cuán difícil o cuán gloriosa sea la situación por la cual estas atravesando, puedes estar seguro de que Él sabe lo que hace. Por favor, preste especial atención a esto: no necesitamos entender lo que Él está haciendo. Solo debemos tener fe en Aquel quien es digno de toda confianza. Pidamos al Señor sabiduría, discernimiento y fe. Quitemos nuestra vista de lo pasajero y comprendamos que Él está trabajando a favor de lo eterno.

lunes, 16 de noviembre de 2015

¿CÓMO REINA UNA MUJER?


¿Qué nena no jugó alguna vez a ser reina? Con mis hermanas solíamos jugar así. Un vestido largo, los tacones de mamá, un cetro hecho de una regla y una corona inventada era todo lo que se necesitaba para convertirse en monarca. Nos imaginábamos sentadas sobre un trono, gobernando con justicia y (obvio) incomparable belleza.

Ahora, unos cuántos años después, tengo una pregunta. ¿Cómo reina una mujer hoy? No me refiero a la reina de Inglaterra o de España. La verdad es que ellas ya no reinan como antes lo hacían las reinas. Me refiero a una realidad diferente. Soy hija del Rey. Por ende soy de la realeza. Considero que mi zona de influencia (hogar, trabajo, ministerio u otra) componen mi reino. ¿Cómo hago para reinar? Más importante ¿cómo puedo ser una excelente reina?

Betsabé llegó a ser reina bajo circunstancias difíciles. Ella había sido llamada al palacio por el Rey David, quien la había deseado al ver su belleza desde su tejado. Él la tomó y ella no estaba en condiciones de negarle lo que quería. Era mujer de otro hombre, un buen hombre llamado Urías, y todo indica que ella lo amaba; pero nadie podía negar al rey lo que ordenaba. Así fue que ella encargó el hijo del Rey David, que éste trató de engañar a su esposo para que pareciera que el bebé era de él, que como no funcionó esto David le mandó matar y que ella, después del periodo de luto, se convirtió en la esposa de David y reina de Israel. ¡Vaya circunstancias que pasó! Parece una telenovela. Betsabé perdió a ese bebé pero luego tuvo otro hijo, llamado Salomón, quien fue escogido por Dios para ser el sucesor de David.

Es ya hacia el final de la vida de David que encuentro algo que responde a mi pregunta. David ya era anciano y habían traído a una hermosa virgen para que le diera calor. La Biblia aclara que nunca tuvieron relaciones. Un día Adonías, hijo de David, trató de usurpar el trono al autoproclamarse rey. Entonces Betsabé va a la cámara de David. Ella sabe que él no está al tanto de lo que está pasando y que Dios había ordenado que Salomón fuera rey. Al entrar encuentra a su esposo con la jovencita. La verdad es que ella sabía de este acuerdo. Betsabé ya no era una jovencita enamorada. Era una mujer sabia y madura. Aún así no puedo evitar qué habrá significado para ella verle así a su esposo. ¿Será que le dolió? ¿Qué habrá pensado al verlos así? No lo sabemos porque ella no dijo nada. Con  sensatez ella se inclinó ante él y le habló, comenzando con  “Mi Señor…”. Presentó al rey la verdad. Le puso al tanto de todo con mucha seriedad y mansedumbre y luego, cuando avisan que ha llegado el profeta Natán a hablar con David, ella se retira.

¡Qué ejemplo de autodominio es esta mujer! Es en la imagen de ella parada fuera de las cámaras del rey que descubro un ejemplo a seguir. Ella no se desarma, aunque el futuro de su hijo, su nación y de ella misma está en juego. No zapatea ni amenaza. Habiendo hablado con el rey no intentó manipular la situación. No le hizo recordar de promesas hechas ni hizo uso de su posición de reina y madre del futuro rey. Simplemente presentó la verdad sabia y sencillamente y se retiró a esperar.

Lastimosamente debo decir que en mi vida he visto demasiadas veces cuán hábiles somos las mujeres en el arte de la manipulación. Sabemos lo que quiere el hombre y en milisegundos, a veces sin siquiera tener que calcular, hacemos y decimos aquello que va a llevar la situación a nuestro favor. Estamos al tanto de lo que nos corresponde y sin titubeos usamos nuestras habilidades femeninas a la perfección. Si eso falla, las cosas se pueden poner muy feas. Pregunto, ¿así es cómo actúa una reina?

Tantas veces he escuchado a mujeres casadas decir que a su esposo no le contó algo o solo le contó parte o directamente le dijo otra cosa que no sea la verdad. ¿Por qué? Porque se iba a enojar. O porque las cosas iban a terminar de tal forma (los conocemos bien y sabemos cuál será su decisión – o eso creemos). Las jovencitas a menudo hacen esto con sus padres. “Mamá no va a entender” o “Papá si sabe me saca el teléfono”. A veces, en discusiones con la gente nos hacemos de la víctima. “Vos me prometiste…” o “Vos nunca me das el gusto”. En síntesis, manipulamos.


Betsabé actuó con madurez y prudencia. Se rindió ante el rey, sin buscar lo suyo. Presentó su caso y se retiró. David escuchó al profeta quien confirmó lo que Betsabé le acababa de contar y él tomó una decisión a favor de Salomón. Pero ¿si no había sido así? No siempre salen las cosas como nosotras las querramos. La voluntad de Dios se hará. No necesita de tu ayuda para que se cumpla. Betsabé tomó sus riesgos sin buscar forzar los resultados. Se sometió y fue paciente. Confió en su Padre quién guió a David. Así es como actúa una reina.

lunes, 21 de julio de 2014

AMOR Y RESPETO

Muchos textos bíblicos han sido usados para aplastar a la mujer. Puedo asegurar que la voluntad de Dios nunca fue eso. Él no dio al varón la autoridad para que se convierta en abusador, sino para que sea protector. La Biblia es clara en cuanto a que el varón debe amar a la mujer de tal manera que Cristo amó a la iglesia. Ahí no hay lugar para abuso. Llama a la muerte de sí mismo para el bien de ella.

Lastimosamente, a menudo lo que dice en 1 Pedro 3: 1 al 2 es malinterpretado y usado para truncar a muchas mujeres en su propósito: “De la misma manera, ustedes esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando alguno de ellos se niegue a obedecer la Buena Noticia, la vida recta de ustedes les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la conducta respetuosa de ustedes.” (NTV)

Primeramente, hay un contexto histórico que no se puede ignorar. Muchas  mujeres habían entendido el mensaje de Cristo y estaban dentro de la iglesia, pero sus esposos no. Muchas hoy día están en la misma situación, y no es fácil. A veces el hombre directamente se opone a la fe de su esposa o es abusivo. La carga puede volverse demasiado pesada para la esposa. Existe la tentación de terminar la relación, de dejarle al esposo y de seguir su propio camino. Pedro las está aconsejando en qué hacer. Dice que no se opongan a la autoridad de su esposo, sino que le permitan llenar el rol del marido y que le ganen “con la vida recta” que “les hablará sin palabras”.

Las mujeres a menudo fallamos en no entender cómo son los hombres. Creemos que piensan como nosotras pensamos y no es así. No es coincidencia que en Efesios 5:33 diga “Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” Dios nos da instrucciones muy importantes que nos ayudan a comprender que necesita él, qué necesita ella. Es que no somos iguales y nuestras necesidades primordiales no son las mismas. La mujer debe ser amada. Obviamente también debe ser respetada, pero nuestra necesidad es de AMOR. El hombre, sin embargo, precisa primordialmente de RESPETO. Necesita saber que es admirado porque esto permite que él llene el rol varonil de autoridad que Dios le ha otorgado.

Volviendo al texto anterior, lo vemos ahora en otra luz. A las mujeres no se nos enseña que debemos someternos a la autoridad del hombre porque seamos menos o porque necesitamos ser dominadas, sino porque tanto el hombre como la mujer tiene un papel diseñado por Dios y necesitamos ser sabias para dejar al hombre cumplirlo. Cuando entendamos que el hombre tiene autoridad, no para aplastar y abusar sino para ser responsable ante Dios por la protección y guía que debe brindar, somos libres para ser nosotras mismas sin tener que usurpar el lugar del hombre para ser alguien.

Hay precioso descanso para la mujer quien está en un matrimonio donde el hombre la ama como Dios enseña. Pero ¿qué hay de la mujer quien está casada con un hombre quien no la ama de esa manera? Es una pregunta difícil con una respuesta delicada. La repuesta de Pedro es clara: “la vida recta de ustedes les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la conducta respetuosa de ustedes.” Cuán precioso es ver como una mujer respetuosa, decorosa y sabia gana a su familia para Cristo con el amor y la paciencia. Hay muchos testimonios de             que esto sí es posible. Dejar al esposo inconverso por un hijo de Dios no es la solución. Dios desea que él sea salvo y está dando a la mujer el poder para lograrlo, con una vida entregada que grita de Su poder.

Aclaro que con esto no estoy diciendo que una mujer debe quedar en una relación donde hay abuso. Cuando un hombre maltrata a una mujer, ella tiene que buscar ayuda. Cuando Dios habla de someterse nunca se refiere a que la mujer debe permitir al hombre hacerle lo que quiera. Ella siempre es preciosa y de mucho valor, y debe valorarse también.


Mujer, eres muy valiosa. Dios planeó tu existencia y ha escrito un plan perfecto para ti. Te conoce y te ama. Él es quien te promueve. No creas las mentiras del diablo que te quieren hacer creer lo contrario. Seamos sabias. Sepamos respetar al esposo., quien no será ganado ni impulsado hacia lo que Dios ha planeado por medio de la oposición a Su autoridad. Es cuando una esposa respeta la autoridad de su esposo que se abren las puertas hacia la conversión a Cristo.