lunes, 16 de noviembre de 2015

¿CÓMO REINA UNA MUJER?


¿Qué nena no jugó alguna vez a ser reina? Con mis hermanas solíamos jugar así. Un vestido largo, los tacones de mamá, un cetro hecho de una regla y una corona inventada era todo lo que se necesitaba para convertirse en monarca. Nos imaginábamos sentadas sobre un trono, gobernando con justicia y (obvio) incomparable belleza.

Ahora, unos cuántos años después, tengo una pregunta. ¿Cómo reina una mujer hoy? No me refiero a la reina de Inglaterra o de España. La verdad es que ellas ya no reinan como antes lo hacían las reinas. Me refiero a una realidad diferente. Soy hija del Rey. Por ende soy de la realeza. Considero que mi zona de influencia (hogar, trabajo, ministerio u otra) componen mi reino. ¿Cómo hago para reinar? Más importante ¿cómo puedo ser una excelente reina?

Betsabé llegó a ser reina bajo circunstancias difíciles. Ella había sido llamada al palacio por el Rey David, quien la había deseado al ver su belleza desde su tejado. Él la tomó y ella no estaba en condiciones de negarle lo que quería. Era mujer de otro hombre, un buen hombre llamado Urías, y todo indica que ella lo amaba; pero nadie podía negar al rey lo que ordenaba. Así fue que ella encargó el hijo del Rey David, que éste trató de engañar a su esposo para que pareciera que el bebé era de él, que como no funcionó esto David le mandó matar y que ella, después del periodo de luto, se convirtió en la esposa de David y reina de Israel. ¡Vaya circunstancias que pasó! Parece una telenovela. Betsabé perdió a ese bebé pero luego tuvo otro hijo, llamado Salomón, quien fue escogido por Dios para ser el sucesor de David.

Es ya hacia el final de la vida de David que encuentro algo que responde a mi pregunta. David ya era anciano y habían traído a una hermosa virgen para que le diera calor. La Biblia aclara que nunca tuvieron relaciones. Un día Adonías, hijo de David, trató de usurpar el trono al autoproclamarse rey. Entonces Betsabé va a la cámara de David. Ella sabe que él no está al tanto de lo que está pasando y que Dios había ordenado que Salomón fuera rey. Al entrar encuentra a su esposo con la jovencita. La verdad es que ella sabía de este acuerdo. Betsabé ya no era una jovencita enamorada. Era una mujer sabia y madura. Aún así no puedo evitar qué habrá significado para ella verle así a su esposo. ¿Será que le dolió? ¿Qué habrá pensado al verlos así? No lo sabemos porque ella no dijo nada. Con  sensatez ella se inclinó ante él y le habló, comenzando con  “Mi Señor…”. Presentó al rey la verdad. Le puso al tanto de todo con mucha seriedad y mansedumbre y luego, cuando avisan que ha llegado el profeta Natán a hablar con David, ella se retira.

¡Qué ejemplo de autodominio es esta mujer! Es en la imagen de ella parada fuera de las cámaras del rey que descubro un ejemplo a seguir. Ella no se desarma, aunque el futuro de su hijo, su nación y de ella misma está en juego. No zapatea ni amenaza. Habiendo hablado con el rey no intentó manipular la situación. No le hizo recordar de promesas hechas ni hizo uso de su posición de reina y madre del futuro rey. Simplemente presentó la verdad sabia y sencillamente y se retiró a esperar.

Lastimosamente debo decir que en mi vida he visto demasiadas veces cuán hábiles somos las mujeres en el arte de la manipulación. Sabemos lo que quiere el hombre y en milisegundos, a veces sin siquiera tener que calcular, hacemos y decimos aquello que va a llevar la situación a nuestro favor. Estamos al tanto de lo que nos corresponde y sin titubeos usamos nuestras habilidades femeninas a la perfección. Si eso falla, las cosas se pueden poner muy feas. Pregunto, ¿así es cómo actúa una reina?

Tantas veces he escuchado a mujeres casadas decir que a su esposo no le contó algo o solo le contó parte o directamente le dijo otra cosa que no sea la verdad. ¿Por qué? Porque se iba a enojar. O porque las cosas iban a terminar de tal forma (los conocemos bien y sabemos cuál será su decisión – o eso creemos). Las jovencitas a menudo hacen esto con sus padres. “Mamá no va a entender” o “Papá si sabe me saca el teléfono”. A veces, en discusiones con la gente nos hacemos de la víctima. “Vos me prometiste…” o “Vos nunca me das el gusto”. En síntesis, manipulamos.


Betsabé actuó con madurez y prudencia. Se rindió ante el rey, sin buscar lo suyo. Presentó su caso y se retiró. David escuchó al profeta quien confirmó lo que Betsabé le acababa de contar y él tomó una decisión a favor de Salomón. Pero ¿si no había sido así? No siempre salen las cosas como nosotras las querramos. La voluntad de Dios se hará. No necesita de tu ayuda para que se cumpla. Betsabé tomó sus riesgos sin buscar forzar los resultados. Se sometió y fue paciente. Confió en su Padre quién guió a David. Así es como actúa una reina.

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