martes, 29 de enero de 2013

LA SAL DE LA TIERRA


En estos días aprendí algo muy interesante. !Tiene que ver con la sal y las vacas! Tengo que admitir que acerca de la ganadería sé poco o nada. Sin embargo, un amigo quien obviamente sabe más que yo acerca del tema comentó algo que me hizo reflexionar. Él comentó que a las vacas les dan sal porque aumenta su sed y eso hace que tomen más agua, lo cual favorece una buena producción láctea. Para corroborar lo que él dijo, busqué la información correspondiente y lo que encontré me impresionó aún más. 

“La sal es agregada de manera exagerada a la dieta de las vacas  para estimularles el apetito. Las cantidades llegan hasta la insólita cifra del 2% del peso total de alimento seco de las vacas. El apetito no se incrementa porque les da más sed. La explicación técnica es que, en síntesis, el aumento de apetito se da al ser estimulados los iones de cloro dentro del organismo de las vacas con ese exceso de sal, activando una señal de "necesidad de comer" en los sistemas digestivo y luego nervioso de los animales. Y sí que resulta para la ganadería, pues se ha demostrado que al aumentar la ingesta de sal en grupos completos de vacas, la producción de leche aumenta hasta en un 15%.”

Les explico por qué me conmueve tanto esto. Jesús dice esto por nosotros: Ustedes son la sal de la tierra. (Mateo 5:13) Parte de mi función en esta tierra, como hijo de Dios y sal de la tierra es dar sabor a la vida, como lo hace la sal a una comida; y activar la sed y el hambre de la gente por Dios. ¡Qué gran tarea Dios nos confía! Mi vida debe ser tal que cuando las personas me observen, me escuchen y me conozcan tengan tanta necesidad de Dios como la vaca precisa del agua y el alimento después de consumir la sal.

Entonces yo estaré cumpliendo el propósito soberano de Dios. Con mi testimonio de vida estaré creando oportunidad para que otra promesa de nuestro Buen Dios sea cumplida: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados" (Mateo5:6). 

Señor 
Ayúdame a vivir de acuerdo con tus estatutos. Quiero ser tan lleno de Ti, que nadie pueda acercarse a mi sin ser afectado por Ti. Lléname de Tu Espíritu; y que mi vida sea la sal que en muchos crea sed y hambre de Ti. 
Amén


lunes, 28 de enero de 2013

INTERRUMPIDA


En Juan 17: 15 Jesús dice: No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Está hablando a Su Padre de nosotros. ¡Y qué cosa dice! Sus palabras son la base, o lo deben ser, de lo que es la iglesia cristiana desde Su ascensión hasta el día de hoy. No somos del mundo, pero estamos en él. Somos hijos del Único Dios Viviente, pero habitantes de un mundo caído. 

Jesús aclara al Señor que no nos quite de este contexto turbulento y le pide que nos guarde. ¿Por qué? Imaginen nada más si el plan de Dios era que, al aceptar uno a Cristo como su único y suficiente Salvador, fuera arrebatado y llevado directo al cielo, a gozar de la vida eterna en la presencia de Dios. Sería maravilloso ¿no? Obviamente Él podría haberlo hecho así, o de cualquier otra manera, porque Él es Dios, pero escogió, conforme a las palabras de Jesús, no quitarnos del mundo. Siendo así, tenemos que entender que hay razones muy buenas por qué nos quedamos aquí. Jesús le pide a Su Padre que nos guarde del mal porque sabe que es una realidad con la cual tendremos que vivir. Sabe que enfrentaremos luchas y batallas en este mundo, y que no sería fácil vencer. 

En Juan 17:18 Jesús dice “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo”. No solo es la voluntad de nuestro Dios que quedemos en este este mundo, sino que seamos enviados directamente hacia él, a luchar y, en medio de dificultades, a vencer. Al escudriñar este versículo vemos que Jesús nos manda al mundo de la misma manera en que Su padre le envió aquí. Entonces, para saber cómo Él nos envía, debemos comprender Su propósito en la tierra. ¿Qué hizo Jesús aquí? Sanó, restauró, liberó, enseñó, discípuló, murió y venció. ¡Qué gran ejemplo nos da nuestro Maestro! Nuestro corazón debe romperse por lo que rompe el corazón de Dios. No podemos ser hijos suyos sin amar al prójimo. 

Una persona quien amó al prójimo es un personaje de una de las parábolas que Jesús contó. En esta historia, hay una persona necesitada y tres posibles ayudantes – tres personas quienes fueron “enviados al mundo”. Lucas 10 nos cuenta de un hombre quien estuvo tendido en el suelo, herido y necesitado. Los que pasaron de largo no fueron personas malas. Simplemente estaban demasiado ocupados. Iban camino a su siguiente reunión o evento religioso, y ayudar a este hombre exigía tiempo y esfuerzo. Exigía salir de su agenda personal. Un hombre samaritano, “viéndolo, se compadeció de él. Se acercó,” le curó y le hizo atender. Este hombre tuvo que dejar de lado otras cosas, y acercarse. No había, ni habrá, otra forma de hacer el propósito del Padre.

El samaritano tuvo que acercarse para poder ayudar. ¿Dónde estás tú hoy? ¿A qué personaje de esta historia le pareces? ¿Estás camino a tu siguiente evento o reunión? ¿Estás dispuesto a interrumpir tu agenda para cumplir la de Dios? Quisiera pensar que yo soy como el buen samaritano, pero lamento tener que admitir que a menudo soy más como los otros dos. Las normas y las responsabilidades se vuelven tan importantes que cuesta salir de ello y hacer la milla extra.

Creo que la pregunta más importante no es cómo quien hayas sido en el pasado, sino como quién decides ser a partir de hoy. ¿Vas a seguir de largo o vas a cruzar la calle e involucrarte? La compasión no es compasión sino va acompañado de acción. Es real solo cuando nos dejamos interrumpir por aquello que mueve el corazón de Dios. Jesús muchas veces fue interrumpido para sanar y restaurar. Amar para Él siempre fue acompañado por buenas obras. Cuando Jesús se acercó a nosotros, el cielo fue interrumpido. Su prioridad fue y es la misma que tiene su Padre: tú y yo. No hay nada que a Dios le importe más que la gente. Nunca hubo agenda más importante para Dios que nosotros. 

Considerando esto, si miramos alrededor qué tristeza causa lo que vemos. ¿Cuántas personas hoy día realmente tienen Su propósito como prioridad? No perdemos la esperanza, porque la tenemos puesta en Jesús. Él vive en nosotros y nos envía a un mundo sin esperanzas. ¡Dios nos quiere usar! Estoy segura que la gran mayoría de los creyentes alguna vez pasamos al altar después de prédicas que nos han impactado y de rodillas clamamos “¡Señor, úsame!” Después de haber conocido a Cristo como único y suficiente Salvador, muchos sentimos el deseo de servir a Aquel de quien nos hemos enamorado. Sin embargo, es también a partir de aquí que muchos se trancan. Es que queremos ser usados pero también queremos estipular cómo hacerlo. El que es músico, se ve cantando o tocando ante multitudes; y el que habla en pública, quiere predicar en estadios; y así sucesivamente. ¿Y si es la voluntad de Dios llevarte hasta los confines de la campaña, donde no hay ni micrófono ni bafle, para sanar, liberar y restaurar mientras cantas o predicas? Su agenda no es tu agenda. Y Él no necesita ver tu nombre en luces, ni nadie más. El que te rescató lo hizo para rescatar a otros. El que dejó el esplendor del cielo para la pobreza de la tierra lo hizo para que la tierra pudiera tener entrada al cielo. 

Probablemente el momento en que más serás usado por Dios no es cuando tu nombre esté escrito en luces, o miles te estén mirando; sino cuando, en un helado día de invierno, quites el abrigo de tu espalda y lo pongas a una persona quien tiembla de frío. Nadie te ofrendará aplausos. Nadie te quitará una foto. Pero en el cielo el Señor de Señores estará derramando lágrimas de felicidad. Le puedo oír decir, “Este es mi hijo, en quien tengo complacencia.”

Somos salvos por gracia con un propósito. Efesios 2: 10 dice "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". Nos enseña que las obras que Dios preparó para cada uno, las hizo ANTES. Esto significa que Él escribió un plan personal e individual para cada persona antes de que esa persona existiera. Es una verdad que me estremeció cuando lo entendí, porque significa que: hay cosas que están en mi “perfil de hija de Dios” que nadie más tiene; que el Dios Todopoderoso está confiándome cosas (¡a MI!); y que Él y yo estamos juntos en la ejecución de un plan escrito por Él (y Su plan es bueno, agradable y perfecto) hace mucho tiempo, y que tiene connotaciones eternas. ¡Desde ese momento la vida nunca más ha sido aburrida! Esto es verdad para tu vida también. Recibe esa verdad ahora y nunca mires para atrás. 

Ahora quiero llevar esa verdad a otro nivel. Mira a alguien que está cerca de ti. Quizás estés en tu casa, o en tu estudio o trabajo. No importa. Mira a alguien, aunque sea alguien que esté pasando por la calle. Dios escribió para esa persona un plan, y el deseo de Su corazón es que él o ella esté con Él por la eternidad. Esa persona es hechura Suya, creada en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que él o ella anduviese en ellas. 

Primero debemos preguntar a nosotros mismos si estamos “andando en ellas”. Definitivamente, cuando miramos alrededor es tan fácil encontrar a personas quienes no lo hacen. Ahora, mientras escribo esto, llegan noticias de un incendio en el Brasil. En una discoteca más de doscientos personas han muerto. De una cosa estoy segura: esas personas no estaban andando en las buenas obras que Dios había preparado para ellas de antemano. ¡Cuán astuto es el diablo y cuántas vidas ha robado en una vez! No juzgamos. Entre “ellos” y “nosotros” hay una línea muy fina. Los que no conocen a Cristo son pecadores en necesidad de perdón, y los que tienen a Cristo son pecadores perdonados. No hay un “ellos” y un “nosotros”, sino un solo Dios, lleno de gracia; y la humanidad, muy necesitada de ella. La bendición de conocerle es ser usado para que otros también reciban Su misericordia. Que nos use es una locura, es ilógico; pero es Su plan. Los perdidos – los que no conocen a Jesús – no son solo un número. ¡Son hechura de Dios! Son personas por quienes Jesús murió. ¿Qué puede ser más importante que las personas?

Dios anhela derramar Su gracia sobre todos. Quiere cumplir Su plan para cada vida, pero cómo sabrán si no les contamos? (Romanos 10:14). Es para libertad que Cristo nos liberó. No se trata de ser bendecido, sino de comprender que la mayor bendición es ser bendición para otros. 

Termino con una historia. Una nena quiso una linterna. Le pidió a su mamá que le comprase una. En la siguiente visita al supermercado, le hizo recordar a su mamá acerca de su pedido y se la compró. Estaba muy emocionada con su regalo. Le costó mucho esperar hasta llegar a la caja, pagar por la linterna y las pilas y que su mamá las coloque para que anduviera. Mientras su madre salía con las demás compras, la niña prendía vez tras vez su linterna. Muy frustrada, dijo estas palabras a su madre,: “¿Mamá, podemos ir a encontrar un poco de oscuridad?” Sin darse cuenta, ella había declarado una gran verdad, que la mayor parte de la iglesia no comprende aún: la luz fue hecha para la oscuridad. 

Es tiempo de ser interrumpidos en nuestra agenda, para fijar Su agenda como la nuestra. Es hora de poner a Su último mandato como nuestra primera prioridad. Somos hechura de Dios, cada uno con un propósito escrito de antemano. ¿Lo estamos cumpliendo? 

Señor, perdóname por haberme concentrado en lo que yo quiero más que en lo que Tú anhelas. Perdóname por no haber hecho Tu prioridad la mía. Padre ¿a qué me llamas? ¿Cómo puedo yo poner a Tu disposición mis talentos, capacidades y recursos – todas cosas que he recibido de Ti –para alcanzar a aquellos a quienes creaste con un propósito? Interrúmpame.  Me rescataste. Me has hecho libre. Que mi vida sirva para que otros sean traídos a la libertad. Mientras haya hijos tuyos dispuestos a ser interrumpidos para hacer cumplir Tu agenda, ¡el enemigo no tendrá victoria! Llévame a dónde Tú quieras. Cumpliré Tu propósito, y llevaré la Verdad a dónde vaya. La libertad que me has dado es para libertad.
Amén