lunes, 3 de febrero de 2014

LOS QUE NO SE APARTAN


Juan el Bautista fue un hombre muy conocido. Su llamado fue el de anunciar la venida del Mesías. Cuándo Jesús llegó junto a él, le reconoció y le dijo que no era digno de atarle los zapatos. Luego le bautizó, presenció la llegada de la paloma sobre la cabeza de Cristo y escuchó la voz del Señor diciendo, “Este es mi hijo en quien tengo complacencia”. 

Considerando todo esto, es aún más sorprendente lo que leemos en Mateo 11: 2 – 6: “Juan el Bautista, quien estaba en prisión, oyó acerca de todas las cosas que hacía el Mesías. Entonces envió a sus discípulos para que le preguntaran a Jesús: —¿Eres tú el Mesías a quien hemos esperado o debemos seguir buscando a otro? Jesús les dijo: —Regresen a Juan y cuéntenle lo que han oído y visto: los ciegos ven, los cojos caminan bien, los leprosos son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les predica la Buena Noticia.  Y díganle: “Dios bendice a los que no se apartan por causa de mí”.” (Nueva Traducción Viviente)

Juan estaba en prisión, puesto ahí por Herodes. Su vida estaba corriendo el riesgo de ser apagada por ese tirano. Estaba sufriendo y comenzó a dudar. Este hombre quien desde el vientre había reconocido al Mesías – recuerde que cuando María, embarazada de Jesús fue a visitar a Elizabeth, madre de Juan, este dio un salto en su vientre – estando en terrible crisis hasta dudó de la identidad del Hijo de Dios. De ninguna manera lo juzgo. Sí, me identifico. Juan era tan humano como tú y yo. ¿Alguna vez dudaste de lo que Dios está haciendo? ¿En algún momento pusiste hasta lo más transcendental en la balanza y te preguntaste si es real?
La historia no termina aquí. Si lo hiciere, sería simplemente un triste cuento de una persona tan falible como cualquier otra. En la segundo parte del relato, Jesús responde a la pregunta de Juan. Él podría haber dicho muchas cosas al oír lo que Juan le mandaba preguntar. Bien le podría haber recriminado o condenado. Sin embargo, hace dos cosas: con sencillez menciona las pruebas de que es quién dice ser; y le dice que Dios bendice a los que no dudan. No le llama nombres, ni se exalta porque este amigo suyo duda de él. Responde con amor.

Esta historia no termina aquí. ¡Hay más!
Mientras los discípulos de Juan se iban, Jesús comenzó a hablar acerca de él a las multitudes. Uno pensaría que después de lo que acababa de suceder, Él se quejaría de Juan pero atienda Sus palabras: ““¿A qué clase de hombre fueron a ver al desierto? ¿Acaso era una caña débil sacudida con la más leve brisa? ¿O esperaban ver a un hombre vestido con ropa costosa? No, la gente que usa ropa costosa vive en los palacios. ¿Buscaban a un profeta? Así es, y él es más que un profeta. Juan es el hombre al que se refieren las Escrituras cuando dicen: “Mira, envío a mi mensajero por anticipado, y él preparará el camino delante de ti”.” Les digo la verdad, de todos los que han vivido, nadie es superior a Juan el Bautista. Sin embargo, hasta la persona más insignificante en el reino del cielo es superior a él. Desde los días en que Juan el Bautista comenzó a predicar hasta ahora, el reino del cielo ha venido avanzando con fuerza, y gente violenta lo está atacando. Pues, antes de que viniera Juan, todos los profetas y la ley de Moisés anunciaban este tiempo; y si ustedes están dispuestos a aceptar lo que les digo, él es Elías, aquel que los profetas dijeron que vendría. ¡Todo el que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!”

¿Qué dice el Señor acerca de mí? ¿Qué palabras pronuncia cuando yo he pecado? ¡Me impacta cómo es Jesús! Juan acaba de mandarle preguntar si Él realmente es quien dice ser, y sin embargo Jesús habla palabras de bien de Juan. Recalca que es escogido, que es una persona importante en el Reino y que en su vida se había cumplido el propósito de Dios. De ninguna manera toma la oportunidad para decir que está desilusionado en su amigo o dolido por su actitud.

Tienes que entender que Jesús es así con cada uno de nosotros. Fallamos a menudo. Hasta dudamos de Él. Y sin embargo, Él sigue viéndonos con ojos de amor. Nos ve como quién nos creó, como papá. Nos ve como vencedores quienes cumplen el propósito que Él escribió para nuestras vidas. No se queja, ni se desilusiona. A menudo pensamos que porque fallamos, no merecemos Su amor ni Su aceptación. Debemos entender que aunque NUNCA lo merecemos, SIEMPRE es nuestro.

¡Cuán maravilloso es nuestro Dios! Podemos entrar con confianza ante Él porque por Él hemos sido justificados. Puedes ser tú mismo, sin tener que pretender ser perfecto, porque Su amor es completamente tuyo. Nada que hayas hecho y nada que hagas puede separarte de Su amor. Él te conoce, te ama y siempre tiene palabras de bien acerca de ti.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 8: 38, 39

PINTURA : Girl at the mirror (Nena ante el Espejo) por  Norman Rockwell