martes, 10 de enero de 2017

ANHELADA LIBERTAD

La Biblia es la Palabra de Dios. Es Su manual para la humanidad. Es vida y es sabiduría. No tiene límites. No importa cuánto tiempo pases estudiándola siempre Dios te hablará a través de ella y sin falta descubrirás nuevos tesoros en ella.

Pueden surgir problemas al estudiar la Biblia si tomamos todo de forma literal o si nos agarramos de uno o dos versículos sin considerar el contexto. Y esto lastimosamente ha sucedido a menudo,  en especial en cuanto a las mujeres.

Uno de los textos bíblicos más controversiales acerca de las mujeres se encuentra en 1 Corintios 14:34‭-‬35: "vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación."

Tengo que confesar que la primera vez que leí este texto me sentí profundamente herida. Las mujeres sabemos lo que es ser oprimidas, y esto no lo estoy diciendo desde una perspectiva feminista. Desde que eramos niñas hemos oído palabras denigrantes; muchos nos trataron solamente como objetos; y vivimos el rechazo de nuestra persona solo por ser mujer, a pesar de ser muy capaces.

La opresión de la mujer no es algo nuevo. Desde el Jardín del Eden el enemigo trata de eliminarnos y a través de los siglos las mujeres hemos sufrido horrendos ataques a nuestra persona,  en todas las culturas,  lugares y grupos sociales.

Fue por eso que cuando leí el texto mencionado me sentí tan golpeada. ¿Acaso el Apóstol Pablo era solo otro opresor? ¿Cómo podía mi Padre apoyar algo así? ¿Si él decia que nosotras nos callaramos,  entonces por qué tengo un llamado a predicar la Palabra, como muchas más? Lo único que pude hacer fue confesarle a Dios cuán molesta me sentía y pedirle que me ayudara a entender.

Y Él lo hizo.  He descubierto algunas cosas acerca de ese pasaje que me han traído paz y quiero compartirlas contigo.

Primeramente,  Pablo escribía a la iglesia en Corinto. Tenía problemas específicos y él dirige varias cartas a ellos,  enseñándoles y exhortándoles a corregir su camino. Entre diferentes temas tratados están la inmoralidad sexual,  el trato entre marido y mujer y,  sí,  las mujeres en la congregación.

En Corinto había un problema real: el desórden. Existían maestros falsos quienes enseñaban mentira y distorsionaban la Palabra. En el caso del texto mencionado,  cierto desórden  provenía de mujeres quienes en las reuniones en el templo estaban haciendo preguntas en voz alta y fuera del tiempo correcta. Para entender esto,  hay que analizar lo que había pasado.

En la época,  las mujeres eran muy oprimidas. No solo no tenían derecho de hablar ¡sino que ningún derecho tenían! Ni siquiera recibían educación alguna. Se consideraba que educar a una mujer era una pérdida de tiempo. Durante siglos,  inclusive milenios,  había sido así.

Y entonces llegó Jesús. De muchas maneras Él demostró ser la Persona más justa de todos. Nunca apartó ni maltrató a las mujeres y las dió lugar en Su ministerio,  sin ninguna discriminación. Él murió,  resucitó y ascendió; y nació la iglesia. La iglesia no es Jesús. Está compuesta por personas y, aunque es divina y gloriosa,  siempre está propensa al error - como la iglesia en Corinto.

A pesar de sus posibles errores, la iglesia era un lugar donde las mujeres encontraban lo que tanto anhelaban. Podían aprender,  participar y crecer; pero la anhelada libertad quizás haya sido difícil de manejar. Ellas lanzaban preguntas a los hombres,  no con intenciones de cuestionar sino con hambre de saber más. Era como un manantial que había estado tapado durante mucho tiempo y una vez destapado,  era dificil de contener.

Pero hay más.

Pablo menciona una ley. ¿De qué ley estaba hablando?  La Ley dada por Dios no hace mención alguna de este tipo de restricción. Las Escrituras nunca habían prohibido a la mujer hablar. Es más,  el Antiguo Testamento da varios ejemplos de mujeres líderes,  juezas y profetizas. Servían al Señor y con toda autoridad.

¿Por qué mandaría a las mujeres hablar con sus esposos en la casa de asuntos espirituales, siendo que muchos de ellos estaban aprendiendo recién acerca de Dios y Su Palabra? No olvidemos que la iglesia en Corinto era relativamente nueva.

Pablo había ordenado a mujeres como Febe y Junias como apóstoles. No tiene sentido que ahora diga que es indecoroso que una mujer hable en la congregación.

La escritura griega no tiene comillas,  como en el español. Se ubica al final de la cita un símbolo como la de la imagen.  Resultase que en el original,  los versículos 34 y 35 tienen al final este símbolo. Indica que no fue él quien escribió esas palabras,  sino que él citaba a otro. Siendo así ¿a quién citaba? 

En 1 Corintios 7:1 Pablo dice: "Ahora, en cuanto a las preguntas que me hicieron en su carta... ". El apóstol los citaba a los líderes quienes le habían escrito,  contándole de sus problemas. El tono machista no era de Pablo,  sino de los hombres corintios.

La iglesia en Corinto,  como otras,  estaba siendo dirigida por hombres con un trasfondo judío. Lastimosamente, esa corriente estaba haciendo mucho daño a una iglesia naciente. El mismo sentir religioso de los fariseos que buscó sin descansar matar al Mesías estaba corrompiendo el mismo organismo que debía transformar al mundo con Su poder.

Los religiosos siglos antes habían "ampliado" la Ley hasta crear un sistema que condenaba al ser humano,  lo cuál nunca fue el propósito de Dios. Esa Ley era imposible de cumplir e incluía cosas ridiculas acerca de las mujeres como:
- el ciclo menstrual de la mujer es una maldición sobre las mujeres (no tomaron en cuenta que gracias a ese ciclo ellos pudieron nacer).
- una mujer debe siempre cubrir la cabeza porque es objeto de vergüenza.
- si una mujer no acepta el control de su esposo él debe divorciarse de ella.
- una mujer no puede encender la lámpara del Sabbath porque por culpa de ella Adán encontró la muerte.

Este tipo de regla nunca nació de Dios. Solo los religiosos,  quienes no conocen al Dios Padre de hombres y mujeres, pueden apoyar algo así.

Pablo citó la tradición religiosa machista en los versículos 34 y 35; y responde a partir del 36 diciendo: "Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden."

El apóstol los llamó la atención. Basicamente les dijo,  "No entienden la Palabra. No conocen el corazón de Dios. No es como ustedes creen sino como yo,  maestro enviado por Él,  les estoy enseñando." Sus palabras aclaran que nadie tiene por qué impedir a otra persona el hablar,  el participar,  el crecer; pero que todo se haga de forma ordenada.

Todo esto me lleva de vuelta a mi Padre. Él no discrimina ni oprime. Él levanta,  alienta y promociona. Es Él Quien llama y no hace distinción de género. Busca un corazón entregado y una voluntad predispuesta.

Para terminar,  te quiero desafiar,  mujer. Escudriña la Palabra de Dios. No te quedes con lo que las personas te puedan decir,  sino busca al Autor de tu vida. Él te va a enseñar y si te entregas a Él nadie,  ni hombre ni mujer,  ni costumbres,  ni tradiciones ni religión podrán impedir el cumplimiento de lo que Él diseñó para ti.