domingo, 25 de septiembre de 2011

EL FIN QUE ESPERÁIS

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros,
dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,
para daros el fin que esperáis.
 Jeremías 29:11

            En tu corazón hay esperanza de algo, deseos de ver algo llevado a cabo en tu vida. Es el fin que estas esperando.  En la nota “SOLAMENTE CREE” vimos que Dios tiene un plan específico para tu vida, un plan que fue escrito antes de tu nacimiento y que está impregnado en tu identidad porque Él te dio todo lo que necesitas para llevarlo a cabo, mientras tejía tus huesos en el vientre de (tu)madre (Salmo 139). Está escrito en tu ADN por Dios mismo.

            Fuimos creadas con un propósito específico por Dios. No es de extrañar que nos sintamos impulsadas a hacer más, lograr más, buscar más. La ambición como motivación para lograr propósitos egoístas es deplorable. Sin embargo, existe una faceta de la naturaleza humana que voy a llamar ambición santa. Es lo que nos impulsa a ir más y a no quedarnos conformes con lo que hoy alcanzamos. Es lo que nos exige superar a nosotras mismas cada día. Si sientes en el corazón una sensación de insatisfacción, inclusive de frustración, probablemente sea porque aún te queda camino que recorrer para llegar a donde debes ir.

         ¿Cuál sueño te consume? No importa cuán absurdo, imposible o ilógico parezca. Mirar bien adentro y responde esa pregunta. Una meta en la vida es algo para el cual podemos planear, pero un sueño es algo que es tan grande que no podemos siquiera imaginar cómo llevarlo a cabo. Un sueño puedes intentar dejarlo, pero te persigue. No te deja en paz, porque está en ti, es parte de quién eres.

             En su libro “El Beso del Cielo”, Darlene Zschech propone las siguientes preguntas para comenzar a averiguar cuál es el sueño que está puesto en tu corazón.

  •   ¿Qué es lo que su corazón desea hacer?
  •  ¿Cuáles son las peticiones secretas de su corazón?
  •  ¿Qué es lo que desearía poder ser?
  • ¿Qué podría ser o de qué podría ser parte para bendecir al mundo de alguien más?
  •   ¿En qué es bueno?
  • ¿Qué haría si tuviera tiempo y recursos ilimitados?
  • ¿Qué le resulta fácil?
  • ¿Qué le impulsa?
  • ¿Qué idea tiene usted que se resiste a decirla en voz alta por ser demasiado grande y atrevido?

         Estas preguntas nos guían en descubrir cuál es el sueño que ya existe en nosotras, pero hay algo que es más importante que cualquier encuesta. Debemos ir a Dios a buscar las respuestas: tomar tiempo para estar a solas con Él, pedirle al Espíritu Santo que nos revele claramente cuál es el sueño de Dios para nuestra vida, y fortalecer nuestra fe y confianza.

          Dios te promete “el fin que esperáis”. Abra tu corazón a Él. No importa si parece ser imposible ese sueño. Si Él lo escribió para ti, y tú estás dispuesta a depender de Él, se va a encargar de todo. El sueño de tu vida será realidad.

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