domingo, 15 de julio de 2012

HACER LO CORRECTO


Te dispones a  hacer lo correcto. Pides a Dios que encamine tu vida. Le buscas, le honras y le adoras. Excelente! Después viene una situación y te quedas parado ahí, sin saber qué decidir. Te pasó alguna vez? Quizás sea una persona a quién le quieres cada vez más, pero te preguntas “Es la persona con quién voy a pasar el resto de mi vida?”; o algo relacionado con tu carrera, y te da temor pensar que si te equivocas, las consecuencias podrían ser catastróficas. 


 En esa situación se encontró un escriba. Podemos leer esta historia en Marcos 12: 28 – 34. A Jesús le hizo una pregunta: Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?


La esencia de lo que este hombre le pregunta a Dios es “Cómo puedo hacer bien las cosas?” Él quería la receta para evitar el fracaso. Quería saber cuál era la regla que, si la obedecía, le iba a ubicar siempre perfectamente dentro de la voluntad de Dios. Quizás te puedas identificar con esto. “Señor, en esta situación, qué camino debo tomar para no fallar?” No es fácil estar parado ante una encrucijada y no tener idea cuál camino tomar. La respuesta de Jesús es muy interesante:


    Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: ...Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.  Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. (Mateo 22)


Jesús vio el corazón del hombre y le dio la repuesta más indicada, por esta razón: le dijo que cualquiera sea la circunstancia o la decisión, debemos siempre poner a Dios en lugar de prioridad. Le verdad es que tendemos a creer de que existen recetas para la toma de decisiones y la vida en general. Error. Dios nos hizo únicos, y Él jamás usó moldes. Por qué lo hemos de hacer nosotros? La vida de otro no es tu vida. Las pruebas que pasas son tuyas, no de otro. La manera en la que otras personas se enamoraron, y vivieron su historia de amor, es lo que Dios planeó para ELLOS. No es lo que Él tiene para ti. Cuando eliminamos las normas, las reglas y las costumbres, qué queda? Qué debemos tener en cuenta? La regla de oro. En todo lo que hagas o decidas, hacete estas preguntas: 
En esto voy a mostrar mi amor por Dios? 
Esta decisión le honrará?
Esto me impedirá vivir entregado a Dios?
Las respuestas a estas preguntas te deberían ayudar a escudriñar la verdadera motivación tras tu acción. Si de verdad quieres cumplir con el principal mandamiento, sabrás qué hacer. 

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